Tengo pulseras en los tobillos, tal vez son dibujos de henna. Tienen forma de red y son rojillos. Ascienden por la pantorrilla, muy morisco. Veo muros de barro como tajamares bajos, más allá el desierto, ciudad blanca y ocre. Creo que tengo una pollera negra y larga, un tajo largo al costado que deja ver mis piernas bellas como las actuales, pintadas en los tobillos. Voy a patapelada. Arriba una blusa blanca y tal vez un trapo en la cabeza sobre el pelo suelto, negro. Tal vez argollas anchas en las orejas. Sentada en un asiento, un banco en obra en un zócalo, un hombre abraza mi regazo besándolo , nos reímos, me da cosquillas.
Aparece una mujer de rasgos muy filudos frente a mi, tipo Alicia Larraín, con capuchón negro y las manos juntas como la bruja de Blanca Nieves. Me maldice . Tiene las uñas largas. Le pregunto quien es pero sólo me mira, sin contestar. Es la envidia… Señala con su dedo aguileño mi regazo y el hombre ya no está, veo mis entrañas. Me horrorizo. Una gran herida deja al descubierto todas mis tripas, me avergüenzo, parecen como inmensas lombrices. Estoy marcada, paria…
Esta es la visión que vino a mi anoche en la regresión. Anoche había una feroz tormenta de viento. Aún sigue. Aunque no había meditado, regresé iwal ya que le había pedido a Yemayá que me mostrara la razón de mi vergüenza, el momento, la herida para poder volver y sanar. Shanti!
Esta mañana con el agua con flores me lavé el cuerpo, especialmente la guata para sanar ese recuerdo, ese trauma, quien sabe de que vida… es un tiempo medieval, pero árabe, medio gitano. ¿El Sahara? ¿Marruecos? ¿Andalucía? Preciosas pinturas den los tobillos.
…la gitanilla… Eso me dijo Geo: háblale a tu Espíritu en la Gitanilla.