Me maravillo frente a un tren que está a punto de zarpar. Al recorrer sus carros puedo ver los destinos. Parecen ciudades de la India, llenas de cristales y piedras preciosas, lámparas de lágrimas. La boletera me avisa que zarpa en 5 minutos.
Yo apuro a la Natalia que me traiga corriendo la cartera, por alguna razón ella la tiene en otro tren más sencillo. Bueno, pero más simple y que va en otra dirección. Llega justo y abro la cartera, pero no están ahí ni la plata ni los documentos. Yo le propongo que corramos a su tren para buscarlos.
Por el camino pienso que no hay forma de llegar a tiempo y me digo que si no alcanzo, no importa, aún no es mi momento de abordar ese tren.