Hemos juntado casas con Mauro. No somos pareja, la Alejandra sigue vigente. Sólo hemos decido compartir casa y está lleno de muebles. De repente me acuerdo de la Pili y pienso lo malhumorada que estará de estar atendiendo sola este espacio inmenso.
Entonces veo por todos los rincones niños rubios, como hijos de la Camila, alguien me dice que la Natalia invitó a sus primos a almorzar. Cuando la encuentro le digo: ¡Pero Natalia! la próxima vez que quieras invitar a tus primos, avísame antes.
Entre todos estos niños busco furiosa a alguien como un profesor que dio una orden sin consultarme y no estoy de acuerdo. Tratando de llegar a este personaje me encuentro en la calle dos toros negros y no me atrevo a pasar. Uno de ellos se siente provocado por mi chal gris que llevo en las manos y yo disimulo pero empiezan a perseguirme. Yo corro arrancando en la dirección contraria y los ataco desde un auto viejo como un fiat 125 para embestirlos de frente…